sábado, 25 de julio de 2020

Día 124: A Sotavento

Soy testiga de cómo las estaciones cambian, de cómo desde mi ventana, los torrenciales aguaceros transforman el Valle de Aburrá, de un lugar de verdes esplendorosos que se intensifican debajo de los rayos del sol, a ser la cuna de un bebé arropado, agazapado por el estruendo de las descargas eléctricas. La vida pareciera desaparecer ante tan majestuoso espectáculo. ¿Quién puede defenderse de la vehemencia de la naturaleza? Ni sus montañas pueden acorazar a este valle con olor a café y fríjoles . El tiempo ha cambiado, la pandemia ha cambiado, y nosotros hemos cambiado.

He recibido en el transcurso de estas semanas un popurrí de historias conmovedoras, amasadas por lo trágico, pero adobadas por la lucha contra la irreductibilidad y por la fuerza del dar.  La primera de ellas la encontré en un periódico, Jihad Al-Suwait es un joven palestino,quien decide escalar varios pisos de un hospital, por su fachada,  para poderse sentar en la ventana de la habitación donde su madre cada noche batallaba contra el virus, hasta que dice adiós para siempre. Qué habrá pasado por la cabeza de aquel muchacho, viendo su madre en su solitario confinamiento, noche tras noche, caminar ante la muerte, sin que este pudiera prevenirla. Su silenciosa compañía separada por un ventanal de vidrio, las horas deslizándose, su impotencia, su determinación, el vacío lo rodeaba, lo acunaba. Su ingenio amoroso, transformó aún en la distancia, la despedida de ese ser que le dio la vida, en una gala digna de cualquier monarquía.

La segunda historieta, es de alguien muy cercano a mis afectos, quien es atropellado por un camión transportador de alimentos, mientras montaba bicicleta. La bobadita le costó 4 costillas rotas, fisura en la cadera, neumotorax, y magulladuras por todo el cuerpo. ¡Se imaginan el dolor!  En medio de la resaca por un trauma de tal envergadura, esta persona, tiene tiempo para enseñarnos cómo sembrar, cómo enfrentar el dolor, cómo llenar de color un dibujo monocromático. Imagínense que escribió en uno de esos grupos de Whatsapp, y le dijo a un familiar suyo, que todo el dolor que estaba viviendo lo ofrecía por su salud. Hermoso acto de nobleza, hermoso acto de amor. ¡Una obra maestra! 

La última historieta para no aburrirlos con la lista de contagiados por el Covid, es la de una compañera del colegio que fue diagnosticada con Esclerosis Múltiple en el 2001. Para hacer el relato corto, ella hoy está en silla de ruedas y abrió un crowfunding para buscar recursos para conseguir un aparato que le ayude en su rehabilitación física, para poder volver a caminar. El título de su página era el siguiente: "Help Nicole #move #conquer# #MS will not rule my life. Keep # dreamin." Lo que nos dice, es que ayudémosle a que se mueva, a que conquiste, a que la esclerosis no domine su vida, a que continúe soñando. ¿No creen ustedes que ese debe ser el título de todas nuestras vidas, si cambiamos la esclerosis múltiple, por el reto cada uno está viviendo? Que la depresión no domine mi vida, que el cáncer no domine mi vida, que la angustia no domine mi vida, que el miedo no domine mi vida, que los problemas económicos no dominen mi vida, que la tristeza no domine mi vida.  ¡No nos demos por vencidos, esforcémonos por alcanzar los sueños, no nos quedemos quietos! Nicole se sueña la brisa acariciando su pelo mientras camina. ¿No creen que el sueño de uno, es el sueño de todos?¿No creen que ayudarle a otro es ayudarnos a nosotros mismos?

Simplemente conmovedoras. Podemos escalar edificios para arrullar a tu ser querido en la distancia, podemos transmutar el dolor en amor, podemos soñar que el camino es dar un paso. El factor común es podemos, podemos ser inspiración viviendo con entereza nuestros retos. Los actos de valentía nunca serán baladí.  

Recibamos el aliento de las personas que nos acompañan en esta travesía, con sus hazañas diarias. Recibamos el aliento de los que nos antecedieron. Inspiremos. Y con la fuerza que recibimos de su ejemplo, lancémonos a alta mar, alcemos nuestras velas, y naveguemos a vela llena. Si el viento cesa, naveguemos a toca vela, si el viento cambia de dirección, cambiemos la vela pero no la apoquemos, si el esfuerzo es mucho, desfoguemos la vela. Zarpemos y naveguemos a sotavento, disfrutando de la propulsión del viento, del corazón vagando por la inmensidad, de la experiencia de vivir nuestras conquistas con nuestra tripulación. Todos somos capitanes, todos somos marineros, todos somos vela, todos somos viento, todos somos mar.

"Carpe diem, quam minimum credula postero" ( Aprovecha el día y no confíes en el mañana)

viernes, 10 de julio de 2020

Día 109: Cumplamos la tarea

En Colombia tenemos dos motivos por los que celebrar. El primero, por el descubrimiento de los fósiles de un Pterosaurio, un dinosaurio volador,  que vivió en los Santanderes hace más de 125,000 años. El segundo, es que según la prestigiosa revista Nature aborígenes precolombinos fueron los encargados de colonizar la Isla de Pascua, y la Polinesia. Lograron hacer adicional a un rastreo genético , hallazgos de algunos restos de alimentos que vendrían de nuestro continente, como la batata. Resulta mordaz sugerir que celebremos en el marco del pico de muertes y contagios por el Covid, o por la explosión de un camión en Tasajera que dejó a familias enteras desoladas. Pero hago hincapié, en que sí tenemos motivos por los que celebrar.  Si no es en Colombia, les pido que piensen qué razones podríamos tener para descorchar un buen vino, o saborear una exquisita vianda. 

Si pasamos a una esfera más personal. Hoy, los invito conmigo a celebrar esas pequeñas cosas que hacen de este paso, el llamado valle de lágrimas, un viaje como ningún otro. Hoy, celebro por ejemplo, que mis controles de esclerosis múltiple, luego de casi un año de diagnóstico, son considerados estables. Por lo tanto, seguimos como venimos. Cómo no celebrar el amor de nuestros familiares y amigos, que hacen liviano el caminar. ¡O cómo no hacer una fiesta por haber encontrado un croissant vegano de chocolate negro!

Esta semana, me estremeció escuchar las respuestas de una mujer que había perdido a su hijo y hermano en el terrible accidente en Tasajera, ante la indelicadeza del periodista. Desgarrada, narró como las últimas palabras de su hijo habían sido que no quería morirse, y como el último sollozo de su hermano había sido que no iba ver nacer a su hijo, no lo iba a conocer. ¡No seamos indolentes e inconscientes! Esta semanas anteriores, ante la expectativa de los resultados de la resonancia, y ante la avalancha de emociones que navegan los días, pensé que más que temerle a muerte, al dolor o la discapacidad, debemos temerle a no exprimirle el último jugo a la vida, a no cumplir con el "para qué" de este paseíto. El miedo se transforma en un presente maquillado de desparpajo.  Cómo no celebrar la salud, cómo no celebrar el olor a ajo, cómo no celebrar la caricia de tu mascota, cómo no celebrar poder cantar las canciones favoritas de Jorge Drexler en su  Facebook Live,  cómo no celebrar tus batallas,las mías,  cómo no celebrar tus apuestas por la reinvención, cómo no celebrar el don de fluir.

Utilicemos método e intuición para demarcar nuestra área de trabajo, trabajemos con el cuidado de un arqueólogo desenterrando la historia con un cepillito, seamos respetuosos de los hallazgos. Creamos en nosotros, liberémonos de la mente que nos hace creer que no hay camino, que no somos capaces de hacer lo que soñamos, que el futuro es sombrío, que ya no hay tiempo de nada. Disfrutemos de la meticulosa y dispendiosa misión . Busquemos esas sensaciones que hemos olvidado de nuestra niñez, se acuerdan de la emoción de esconderse, o luego de pegarse un carrerón para que no nos tocara la lleva, la emoción de montar bicicleta y su libertad, la de dibujar creyéndose Picasso, o cantar creyéndose Paloma San Basilio. ¿Se imaginan el Pterosaurio pisteando el Cañón del Chicamocha , sobrevolando montañas escarpadas, y comiendo piñas de Lebrija? ¿Se imaginan el asombro de esos primeros aborígenes que decidieron ir más allá de lo conocido, al encontrar un pedazo de tierra rodeada de agua salada?

"Cumplamos a tarea de vivir de tal modo que cuando muramos, incluso el de la funeraria lo sienta."
Marc Twain.







 



lunes, 6 de julio de 2020

Día 105: El agua moja


Richard Phillips es un afroamericano que fue sentenciado a cadena perpetua por un crimen que no cometió. El principal testigo de su caso fue el actual responsable de los hechos. Después de luchar por 46 años en una cárcel, sin posibilidad alguna de salir bajo fianza, el homicida cambia su testimonio y lo exonera de toda responsabilidad. El estado de Michigan le pagó un millón y medio de dólares como resarcimiento, lo que equivale a $ 91 dólares por día. ¿Eso vale un día de vida?

La otra historia conmovedora de sentencias injustas es la de los llamados " los 5 de Central Park". La historia de 5 jóvenes afroamericanos que fueron sentenciados por el homicidio de una mujer caucásica que corría en las inmediaciones del Central Park en Nueva York. Los jóvenes fueron obligados a declararse culpables aún sin que ninguna evidencia los respaldara. Uno de ellos estuvo en una celda en aislamiento por 13 años.  

Richard pintó acuarelas por 46 años para que su corazón no se endureciera, cuando salió enfatiza el reto que fue la adaptación a la libertad. No tenía a nadie, no sabía comprar en un supermercado, y hasta se le había olvidado manejar.  En el caso de "los 5 del Central Park", eran muchachos entre los 14 y 16 años, el uno quería ser trompetista, el otro beisbolista, los otros ni sabían qué vida soñaban. Después de 12 años el estados de Nueva York les hace un pago de 40 millones de dólares. Y en una entrevista que les hace Oprah Winfrey, se puede ver el sabor agridulce, que aún hoy tiene para ellos. El sistema los hizo crecer, los cambió, y en las palabras de uno de ellos "los rompió". 

Estas historias nos invitan a reflexionar en la noción de la justicia, del resarcimiento, pero sobretodo de cómo podemos escalar las pendientes más empinadas. Estas historias son inspiradoras, porque estos seres, a pesar de la injusticia, aman. Richard Phillips, en su entrevista,  nos recuerda que la vida no se trata de evadir los problemas, sino cómo en medio de la tormenta podemos bailar debajo de la lluvia, y sobretodo, digo yo, disfrutar de ese baile.

Hoy, las noticias nos bombardean con el resurgimiento de la peste bubónica, con un nuevo virus porcino, con las mutaciones del Covid, con la desobediencia social y el incremento de muertes y contagios por Covid, en Colombia y en el mundo. Por otro lado los mayores de 70, entutelando al gobierno.  Los líderes fallándole al pueblo. Desempleo con récords históricos de más del 20%, en Colombia. Sobre-endeudamiento de las familias, instados por un sistema para que compren aún sin tener. En fin, si lo miramos así no hay con que hacer un caldo. 

Bailemos al mejor estilo de Hollywood, en la lluvia, disfrutemos de las gotitas tocando nuestro cuerpo, reconociendo "que el agua moja",que nos refresca, juguemos, y sintamos profunda alegría de estar vivos. Aprendamos de estas historias, que la justicia no está en nuestras manos. Somos pésimos impartiendo justicia. Y si el veredicto está en nuestra contra, vivamos el camino, un día a la vez. Y aun si no lo está, y nos sentimos agobiados e intranquilos, seamos conscientes del universo atemporal que habita en nosotros. Volvámonos lluvia para calmar la sed del otro, y recordemos una y otra vez, que el éxito se mide por la forma de afrontar las pruebas y  no por las pruebas en sí. Seamos positivos, y en este momento de vida, agradezcamos que tenemos las puertas abiertas para inundar el mundo de nuestro ser, vasto, eterno, sereno y libre.