domingo, 7 de junio de 2020

Día 77: Opticus

A mi me encanta nadar.  Con frecuencia cuando me zambullo y llevo un rato concentrada en la respiración, y en las brazadas, izquierda, derecha, sintiendo como el agua se desliza sobre mi cuerpo,  de pronto, las gafas se empañan, se nubla todo, no veo nada, y ya se vuelve muy incómodo seguir adelante. Si no quiero parar, hago lo que me enseñaron en mis sendos cursos de buceo, y es que levante un poquito las gafas y deje entrar agua, así el agua misma, elimina la opacidad. Para los que los que son menos acuáticos, o viven en lugares calurosos, sabrán lo que sucede si uno tiene gafas cuando se baja de un carro con aire acondicionado. Queda uno ciego, en realidad. Y no queda mas remedio, que quitárselas, tomar un pañuelo y limpiarlas, ponérselas, y retomar la marcha.  

He descubierto en medio de esta cuarentena, que a veces se nos empañan las gafas con las que vemos la realidad que estamos viviendo,  a tientas nos movemos,  todo pierde su brillo y claridad, dejamos de disfrutar lo que hacemos, y nos llenamos de largas argumentaciones que sustentan nuestro desasosiego, dejamos de confiar. Se nos presenta la dicotomía, de si necesitamos con urgencia, una parada técnica al optómetra para que nos corrijan las miopía y el astigmatismo, o si más bien sacamos el pañuelo del bolsillo y limpiamos los espejuelos.  

En estos días empecé a desesperarme por no tener trabajo. Las gafas se empañaron. Me veía en medio de una sin salida, porque emplearme tiempo completo es una clara imposibilidad, para una persona que cada quince días se debe incapacitar, porque está en las drogas . ¿Qué podía a hacer? Sumémosle a la película, que además soy población vulnerable por lo cual el encierro es más prolongado, y para rematar, todo patas arriba, innumerables empresas colgando los guayos.  Con las gafas empañadas, me dediqué a ver una serie en Netflix, que se llama Resurrección, sobre la vida de Ertrugul, el precursor del Imperio Otomano.  En ella, hermosamente nos muestran las enseñanzas del Corán, y hacen permanentemente énfasis en el sentido de caminar por la senda definida por Dios, y repetían en inglés " every cloud has its silver lining" que en español sería "no hay mal que por bien no venga" ( la cual creo que es una mala traducción), también repetían, que la noche es más oscura justo antes de amanecer, y que no hay primavera sin invierno. 

Pero así como los días pasan, las cosas se decantan, los mensajes llegan, y definitivamente tomamos la decisión de sacar el pañuelito.  Nos damos cuenta, que el brillo estaba ahí pero que enfocábamos nuestra atención a la bruma temporal. También nos damos cuenta, que el universo late, y tiene su ritmo. ¿Acaso nosotros no?  Todo en la vida es una prueba, y un gran regalo. Mis lentes se habían empañado, porque había olvidado, mis prioridades. Estaba buscando una salida en el exterior, cuando la respuesta era la forma como veía la situación.  Tomar consciencia, es una varita mágica, moviliza cosas inesperadas. Y luego se mira atrás, y se da cuenta, que todo era un juego de perspectiva. Y si se pone en relación a otros, se da cuenta que es una nimiedad. Para la muestra un botón,  en medio del cuento, me entero que el papá de una amiga fue declarado desaparecido. Yo quedé patidifusa. Como diría otro amigo, el problema más grande es el de uno. ¿Y de qué tamaño era mi mal llamado problema, al lado de la angustia de mi amiga de no saber el paradero de su papá desaparecido?

Les comparto mi experiencia, con el ánimo de que escarmentemos en cabeza ajena. Tal vez cuando tengamos algún reto, paremos y pensemos, si por el cambio se empañaron las gafas, o si es mi observador que está un poco perezoso, y opta la salida más cómoda, de ser víctima. Tenemos a la mano, muchas herramientas, para hacer ese examen de consciencia, y en vez de pensar que nos vamos a ahogar en medio de la buceada porque se nos metió agua a la careta, utilicemos la receta aprendida. El silencio, es nuestro gran aliado. Allí tenemos el acervo de respuestas, hasta a las preguntas que aún no hemos formulado, o que nunca formularemos. 

Si pensamos diferente, el resultado será diferente. Alguien a quien aprecio me dijo hace un tiempo: " caer para levantarse no es caer".  Agradezcamos los cambios de estación, agradezcamos los ciclos, agradezcamos todo cuanto llegue en esta vida, agradezcamos que tenemos lentes, agradezcamos que se empañen, agradezcamos que aprendemos a limpiarlos, agradezcamos la nitidez y la luz, agradezcamos la noche y la oscuridad, agradezcamos el milagro de estar vivos, agradezcamos la posibilidad infinita de desempañarnos, y  de conquistar ese imperio indómito y sin fronteras, llamado nuestra paz interior. 

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