domingo, 21 de noviembre de 2021

Simetría

En la vida, como en la música, todo tiene su ritmo. ¡Como diría mi profe de cello es " im-pe-ra-ti-vo!" Si me como el tiempo de una blanca, o de una negra, la conversación se altera, la armonía se destruye. Cada instrumento tiene una voz, y si la voz no se interpreta debidamente, la belleza que se persigue se aleja. A mí por ejemplo, me da un afán terrible salir de las notas largas, dejo de sentir la profundidad de esa nota por estar pensando en lo que viene.  Y ni les digo cuando se me da por acomodar el ritmo en función de si me parece fácil o difícil un pasaje.  ¡Valiente gracia! El ritmo tiene una mezcla de oído, de intuición, y de mucha presencia. Cada nota tiene una duración, cada nota tiene un momento de hacerse visible, de manifestarse, de ser, de extinguirse. Lo cierto es que a pesar de que el silencio se abra paso, su presencia no sólo transformó lo narrado si no también al alma de quien la escucha.

Han visto ustedes, por ejemplo, a los pescadores al amanecer recoger sus atarrayas. Sus lanchas las balancea la corriente. Sus compañeros los pelicanos se posan en el casco de la embarcación a acompañarlos siempre expectantes, de que un buen trozo de pescado caiga en sus gaznates. Son largos minutos en silencio. El vaivén de la fuerza del mar se siente con el embate de las olas despertándose, el sol hace su tránsito, el sonido del agua reventando contra la lancha se mezcla con el sonido de la nasa deslizándose. Los pescadores sostienen la relinga superior de las redes a la espera del momento perfecto. De la quietud a la acción. Se recoge la pesca con esfuerzo, un pescador se tira al agua a ayudarle al otro a alivianar el peso de la carga. La resistencia que sienten los pescadores es vencida por la ilusión de llevar el pan de cada día a sus hogares. Pero una vez, en la superficie, al interior de esa atarraya es frenesí, los peces bailan champeta, y son las contorsiones de su cuerpo que marcan el ritmo de su rito de despedida.  Es el vaivén de la quietud al movimiento, y del movimiento a la quietud.

Si la vida es como la música, un arte en el tiempo, ¿Cómo encontrar ese pulso divino en este tic tac humano? ¿Cómo ser equilibrio entre sonido y silencio, entre quietud y movimiento? ¿Cuál va a ser la ilusión que venza la resistencia de la carga que llevamos? ¿Cuál será la nota que se eleve de nuestro interior hoy?

Cada día que se nos da de vida, se nos da la oportunidad o de dejarnos llevar por la respiración incesante de nuestra existencia, o de resistirnos a los ciclos, a los cambios, a los aprendizajes. ¿Cuál opción escogemos?  

A pesar de la dificultad que implique, yo opto por escuchar ese pulso en mi corazón. Por apostarle a la magia de la polifonía. Que mi existencia se deslice al son de ese pulso, trabajando a buscar dentro de mí, esas notas que hagan refulgir la paz y la luz, en contraposición al afán y a la oscuridad.   Yo opto por ser ese instrumento que interprete la obra asignada respetando cada signo marcado por el compositor en la partitura.  

¡Hoy es el momento: para detenerse y pensar, para sentir, para soltar, para amar, para perdonar, para actuar!

 

Recordando al Eclesiastés:

"Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:

 un tiempo para nacer,

    y un tiempo para morir;

un tiempo para plantar,

    y un tiempo para cosechar;

 un tiempo para matar,

    y un tiempo para sanar;

un tiempo para destruir,

    y un tiempo para construir;

 un tiempo para llorar,

    y un tiempo para reír;

un tiempo para estar de luto,

    y un tiempo para saltar de gusto;

 un tiempo para esparcir piedras,

    y un tiempo para recogerlas;

un tiempo para abrazarse,

    y un tiempo para despedirse;

 un tiempo para intentar,

    y un tiempo para desistir;

un tiempo para guardar,

    y un tiempo para desechar;

un tiempo para rasgar,

    y un tiempo para coser;

un tiempo para callar,

    y un tiempo para hablar;

 un tiempo para amar,

    y un tiempo para odiar;

un tiempo para la guerra,

    y un tiempo para la paz."







 

4 comentarios:

  1. Tus palabras son una bella melodía que algran confortan ayudan a todos y cada uno dependiendo del "tempo" de quien te escucha

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  2. Caro, hermosisimo!! La comparación con las notas musicales que hay que respetarlas en su tiempo es una realidad, por lo contrario, esa música se distorsionaria. Gran ejemplo para comenzar tan linda reflexión. Felicitaciones!

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  3. Extraordinario Carol. Algunos melodiicos pasajes estan implorando la musica. Felicitaciines

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  4. Deliciosa lectura. Para repetirla y saborearla nuevamente. Referencias como la de los peces bailando champeta excitan la imaginación. Los veo, los siento, casi que oigo su música!

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