domingo, 19 de abril de 2020

Día 30: ¿Y quién podrá ayudarme?

El exceso de de poltrona hace que la cuarentena empiece a cobrarme su precio. Pilates y rumba, se alternan con largos ciclos de lectura o en el computador. De pronto de un momento a otro la rodilla empezó a dolerme. ¡Lola, la rodilla que decidí nombrar después del trauma hace unos años, no dolía! ¡Era la otra! ¡No puede ser! Frío y calor. ¿Y quién podrá ayudarme? Pues en medio de la cuarentena: el Chapulín Colorado. Nada que hacer.

Lo único que me puede mejorar, pensé,  es estirar y ser consciente de mis posturas para ver dónde se originaba el dolor. Pues patidifusa quedé cuando en este ejercicio me di cuenta que mis posturas inadecuadas a la hora de sentarme me habían generado un dolor en la parte lumbar que se irradiaba a la rodilla. ¡Plop!  ¿Y quién podrá ayudarme? Pues en medio de la cuarentena: el Chapulín Colorado. Nada que hacer.

Pues señores y señoras, después de intentar comunicarme con el Chapulín, a las líneas que tiene publicadas para la atención al público,  me tocó conformarme que iba a ser imposible comunicarme con él,  ya que, en estas épocas, las líneas telefónicas se mantienen colapsadas.   ¿Y quién podrá ayudarme?

El movimiento es la clave, recordé. No los movimientos políticos ni sociales. No los movimientos de las aguas, ni los movimientos de la bóveda celeste. Es el movimiento de mis cuerpos. Te chiflaste, me dirán ustedes, por qué hablo de cuerpos....si, yo creo que tenemos muchos cuerpos y que tenemos que cuidarlos. Mi cuerpo mental se une con mi cuerpo físico, mi cuerpo físico incide en mi cuerpo mental, mi mente es un instrumento de mi espíritu, y mi espíritu es el incienso que perfuma mi cuerpo y mi mente.

Tiene que darse un momentum para que se geste un cambio de un estado a otro. En este día cavilé y llegué a la conclusión que debemos ser responsables, en cualquier circunstancia de darle alimento a cada cuerpo. Si el alimento de mi mente es un Sudoku o una clase de historia no la debo interrumpir. Si mi cuerpo me está gritando:¡ Muévete!, pues mas vale que lo hagas porque sino te hará pataleta, como me lo hizo a mi. Si tu espíritu se eleva con la música sacra, o en una meditación, o en una oración, o simplemente viendo el mar. Pues no dejemos de buscar un momento al día para asomarnos al balcón, o poner la música que tanto nos eleva. No creen ustedes que en vez de atiborrarnos de noticias e información innecesaria, busquemos cada día cuidar  nuestra mente, nuestro cuerpo y sobretodo nuestro espíritu.

El movimiento es nuestro aliado. En nuestro confinamiento retemos el límite de las cuatro paredes, y movámonos mas que antes, porque nuestra alma siempre nos está invitando a caminar, nuestra mente a imaginar, y nuestro cuerpo a navegar. El poder está en darnos cuenta que podemos asumir de manera autónoma, amorosa y compasiva, todas nuestras acciones hacia aquello que aspiramos.

¡El movimiento empieza con la quietud!

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