
domingo, 12 de abril de 2020
Día 23: Amalgama
La lluvia tiene el maravilloso efecto de dejar el ambiente en una quietud sobrecogedora. Luego de truenos y relámpagos, o de una llovizna refrescante, su mano colorea la naturaleza con vívidas tonalidades, en contraposición, con los grises que matizaban el preludio del espectáculo. Durante la expresión de las nubes, los animales se resguardan del chaparrón. Esperan que cese cuanto antes el concierto hecho agua. Las plantas sedientas, por su parte, cantan himnos de agradecimiento que se unen al concierto de las nubes. Sus cantos alegran y anegan los surcos. Su felicidad, el sustento de su vida, es provisto sin ser esperado. Y la felicidad de esa plantita que crece en el huerto, se convierte en felicidad para el gusano que busca el aposento para su gran nacimiento con alas. También la vida de esa plantita, es la vida de la abeja que atraída por su olor, lleva vida hecha polen a su colmena. Y aunque no lo crean, la vida de esa plantita, de esa mariposa, de esa colmena es vida para nuestra vida. Porque así como la lluvia le regaló la vida, así ellos palpitan, y se entregan para nuestro bienestar.
Podríamos pensar, que somos una amalgama, así como todos los seres de este universo. Somos un poquito lluvia, un poquito planta, un poquito mariposa, un poquito miel, un poquito abeja. Cada uno de ellos aporta para nuestra vida, y nosotros, ¿Cómo aportamos a sus existencias? Somos un nodo dentro de una red de millones de nodos. Somos insignificantes, pero a la vez protagonistas de esta obra de teatro, donde cada personaje induce un diálogo con otro, que a su vez ignora, cómo esas palabras lo transforman. Somos causa y efecto.
En la perfecta y armoniosa conformación del universo somos tan pequeños desde la perspectiva de una estrella, y somos unos gigantes para la laboriosa hormiga. La geometría de nuestras interacciones se desenfocan con las percepciones de nuestras orgullosas mentes.
¿Por quién me estoy entregando como lo hace la lluvia por la planta, o la planta por el gusano?¿Hacia dónde estoy dirigiendo mis energías, a construir o a destruir? ¿Será que la ilusión nubla mi visión sobre mi relación con las demás personas, o demás seres existiendo este planeta?¿Será que me creo un Dios cuando no entiendo la sucesión de hechos ni de relaciones en mi vida?
En medio de la consternación que estamos viviendo, por ver seres sufriendo por la enfermedad, por el hambre, por la soledad, por el cansancio o por la angustia. Me pregunto, ¿cómo me ofrendo, para que otro ser que nos acompaña en este paso fugaz por la tierra, tenga como acallar esas necesidades imperiosas de la naturaleza humana, cómo puedo dirigir mis actos, para que el efecto de los mismos serenen el callejón sin salida en que se encuentra el otro? ¡Seamos lluvia para esas plantas que hoy en medio de la sequía no sienten ninguna esperanza! Compartamos la felicidad de un sustento sin ser esperado, de una vida que vive para dar vida.
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