¡Camino de Santiago cómo coloreas cada instante de mi vida! Es hermoso darse cuenta que lo que más nos cuesta, lo atesoramos en un lugar privilegiado de nuestros corazones. Las peregrinaciones más empinadas se vuelven indelebles. Los dolores, los retos que vivimos, las imágenes de nosotros mismos que destruimos, los seres que rompieron su silencio para aleccionarnos, la determinación con la que lo afrontamos cada paso, las lágrimas, las decisiones, la admiración por ese alguien que nos insta a no tirar la toalla, el percibir el olor del logro hecho incienso o tal vez hecho ser.
En definitiva, esas peregrinaciones que cada uno hace en su búsqueda personal, en busca de sus sueños,o quizá esas peregrinaciones que la vida no nos da opción sino de asumirlas, nos acompañan en cada camino que decidamos emprender. Habrá algunos que subirán las Dolomitas en bicicleta, otros harán un Iron Man, otros tocarán el Cello. En realidad lo que hagamos en si no importa. Es lo que hagamos de si en medio de la experiencia. Cómo esas metas que al principio suenan impensables empiezan a materializarse desde cuándo pensamos que se pueden lograr. Ese es el verdadero punto de partida de cualquier camino.
Las ampollas, los callos, las caídas, las frustraciones nos invitan a vencer obstáculos, algunos físicos otros mentales. Las grandes hazañas se construyen de innumerables pasos, y el paso más constante es el de transgredir los límites. El ego y su ilusión nos invita más temprano que tarde a pensar que hemos llegado a nuestro máximo nivel de incapacidad. La ilusión que no puedo hacer una extensión con mi mano izquierda al tocar Cello sólo está en mi cabeza, y si la subrayo y le pongo negritas, ésta se afianza y me hace creer que no lo lograré, que más bien me dedique a escuchar Spotify. Si por el contrario respiro y confío y sobretodo me empujo a pensar diferente, con seguridad algún día sentiré lo que es tocar Jesus Joy of Man de Bach, y mis lágrimas se escurran de felicidad.
La perseverancia y la disciplina, arremeten contra la inercia. Hacen que nos paremos a entrenar o a practicar, aún cuando no se tienen ganas. El poder del pensamiento, se traduce en pasos. Para mi la imagen de mi llegada a Santiago y de pensar qué se sentiría lograr completar esa insensatez, mantenía mi motor encendido. Sin embargo, para mi cada etapa y su celebración era una llegada a Santiago. Me acercaba y me motivaba.
Estamos a pesar de estar encerrados en nuestras casas, libres de dar pasos en los caminos que decidamos completar. Nunca es tarde para dar el primer paso, ya que el camino es el proceso y lo que implica cada paso más allá de la meta. Tal vez decidamos hacer una osadía y en medio del proceso el camino se bifurca, sin flechas ni señales. Confiar es nuestro mandato. No importa si tomamos la partida a la derecha o a la izquierda. Llegaremos a cumplir nuestros sueños si así está escrito. Aprenderemos.
Yo soñé con el Botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela y lloré al verlo. Hoy sueño hoy con algún día tocar el Cello y ya me están naciendo callos. ¿Qué te sueñas? Imagínate que sentirías hacerlo realidad. ¿Ya lo pensaste? ¡Ya diste el primer paso! Manos a la obra no hay tiempo que perder. !Siente el aroma del Botafumeiro, y algún día llorarás de felicidad, y yo contigo!
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