viernes, 4 de febrero de 2022

Bon voyage

 

Hoy tuve que presenciar el último adiós de un entrañable amigo. ¡La muerte tiene el poder de relativizarlo todo, ojalá tuviera el poder de movilizarnos!

El observar el dolor de amigos en común me hizo pensar, si él, Luis, alcanzaría a imaginarse cómo transformó la vida de cada uno de nosotros. Las lágrimas se escurrían sin pedir permiso. Y ahí algunos de los que, en otrora, se tomara unos aguardientes, bailara y hasta cantara karaoke, éramos espectadores de una obra de teatro donde él era su protagonista.

Cuando se baja el telón. Todos los presentes abandonamos el teatro volviendo a la realidad de nuestras vidas, pero con la sensación de una tarde fría y lluviosa. Húmedos y acontecidos.   Y es ahí mientras resuelvo mi almuerzo y dirijo mi atención a temas mundanos que, me empiezo a hacer todo tipo de preguntas, que compartiré sin filtro con ustedes.

Aquí van mis divagaciones: ¿por qué no expresamos con apertura nuestros sentimientos a las personas que amamos? ¿a qué le tenemos miedo? ¿por qué callamos en vez de darnos al otro? ¿por qué nos alejamos de los demás? ¿por qué nos dejamos imbuir en nuestros atafagos y olvidamos lo fundamental, el otro? ¿por qué están ausentes los que pensé debían estar presentes? ¿cómo transformamos la ausencia en eterna presencia? ¿Qué más evidencia necesitamos para quitarnos la venda de los ojos y empezar a caminar hacia la paz, el amor, que tanto anhelamos? ¿por qué somos tan débiles y obstinados con nuestros propósitos y por qué abandonamos nuestras luchas justificando nuestra derrota? ¿por qué nos dejamos sonsacar de nuestros corazones para vivir presos del ruido, el afán, la posesión y el ego? ¿cuánto tiempo más vamos a vacilarnos, a hacernos los de la vista gorda, a sabiendas que podía haber hecho más y no lo hice? ¿por qué creemos que tenemos tiempo de sobra?

Y es cuando pienso en el tiempo y su severidad, que paro estas divagaciones y me concentro en hacer el almuerzo, porque el hambre me azotaba. Cuando la cosa estuvo lista y me siento a almorzar, le doy gracias a Dios por la vida, y una vez más se apodera de mi la gratitud por el tiempo compartido con los seres que siempre serán en mi corazón, así esta noche, ellos no puedan ver la luna. ¿qué es lo que verdaderamente atesoramos en esta vida? ¿qué es lo que se tatúa de forma indeleble en el alma?

Yo hoy agradezco el milagro de vivir, de llorar y de reír, y que me regalaras este instante de tu vida para leer estos garabatos. Hoy brindemos por las personas que ya partieron, porque ellos son una parte de nosotros, y tal vez nosotros seamos una parte de ellos. Que nuestras lágrimas sean compromiso de cambio y persistencia para que seamos diferentes, para que nuestras acciones le den calor a tantas personas con las que compartimos a diario nuestras vidas, para que no sientan, como nosotros hoy el frío y la humedad. Aprovechemos que es viernes, y brindemos por ese sí, que llevas contigo. ¡Hoy brindo por ti Luis, buen viaje amigo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario