martes, 23 de junio de 2020

Día 93: La sincopa


Mi última semana no ha tenido otro nombre que: la sincopa. . Gracias a mi profe de cello , he tenido una mano de Carmen de Bolívar  monumental..." Tierra de placeres, de luz y alegría...de lindas mujeres...Carmen tierra mía!" Para los que no sean costeños, es mi porro favorito. Lo cantó Lucho Bermudez con Matilde Díaz. . A mi me transporta a mi niñez, a las premiaciones de los torneos de Golf, cuando de precocita  me tocaba ir a las fiestas de los "grandes", a esperar mi copa.  Me sentaba en unas escaleras , en el Salón Principal de Country Club de Barranquilla, que me permitían divisar desde lo alto a los "grandes" , y ver como se deslizaban, como seguían el ritmo que los Hermanos Martelo marcaban, como esas parejas se amalgamaban, y cada uno de ellos eran y dejaban de ser al escuchar la melodía.  Era maravilloso ver cuando sonaban los primeros compases, la pista de baile se volvía un hormiguero, el factor común, la expresión. 

A pesar de mis recuerdos de infancia, y de que mi corazón siempre haya latido a ese ritmo, no tenía la menor idea que se traía la profe un regalo de tal calado. La sincopa me explicó: " es un fenómeno que consiste en una prolongación de una figura rítmica o una armónica de un tiempo débil a un tiempo fuerte". La verdad quedé mirando un chispero. Cómo así que una prolongación de un tiempo débil a un tiempo fuerte. Pos manito, en el cello las dos notas se articulan en la misma arcada y la duración de las notas se suman. Me imagino que están tan perdidos como yo lo estaba. Pero para que no se desgasten con estos tecnicismos, se los voy a resumir...Carmen de Bolívar está plagada de sincopas. Y son ellas las que, entre otras cosas,  le dan su exquisitez.

Lo hermoso de la sincopa es que esa ligadura, sorprende. La sincopa llena de fortaleza la esperada debilidad. Sazona la música, la vuelve un manjar; elimina los vértices de un cuadrado para sacar el compás y delinear un trazado sin líneas de contención. 

¿Qué les parece si le aplicamos el concepto de la sincopa a nuestras vidas y a la realidad que vivimos? Los momentos de debilidad son aquellos donde nos cunde el miedo, donde el sosiego es un intangible, donde nos cuestionamos hasta el apellido, donde nos sentimos solos y sin sentido. Que tal si en la partitura de nuestras vidas, ligamos ese momento a uno revestido fortaleza. Al unir esos tiempos, transformamos esa fría arcilla, en una figura o forma que nos habita.  La posibilidad de cambiar el ritmo y la melodía, están en nuestras manos si decidimos componer nuestra música.  Muchas veces abandonamos la travesía por el miedo al qué dirán, o por los juicios que se vuelven una cadena perpetua.  Nuestros seres queridos nos recuerdan el acervo de herramientas que llevamos en la mochila, nos hacen ver con claridad, que siempre  hay algo del pasado que nos enseñó, y que nos permitió superar una tribulación. Ellos nos instan a que rebusquemos en los anaqueles, y hagamos uso de nuestro mejor esfuerzo para disfrutar de una nueva sintaxis,  para ponerle picante y picardía, a lo que para muchos puede ser una agobiante existencia. El presente como foco de nuestra atención, y nuestro ser como instrumento sonoro. 

"Uno para todos y todos para uno", al mejor estilo de los mosqueteros. Abramos nuestra mano a recibir aquel que nos brinda amor, abramos nuestra mano al que nos hiere, abramos nuestra mano a nuestro pasado, abramos nuestra mano a la búsqueda de la eternidad, abramos nuestra mano la incertidumbre, abramos nuestra mano a la imaginación, abramos nuestra mano a nuestra debilidad como pilar de la perseverancia y de nuestra transformación. 

Embriaguemos de sincopas la vida. Rompamos lo moldes. Alteremos los ritmos. Crezcamos en el arte del tiempo. Aprendamos, como dijo Robert Schumann,  a expresar los más delicados matices del sentimiento al penetrar más profundamente en los misterios de la armonía. 

Aquí les dejo el vínculo para que se den un paseo por Carmen de Bolívar:

   









domingo, 14 de junio de 2020

Día 84: De cavernas y recintos

Se imaginan un hombre en la Edad de Piedra, comunicándose a través del uso de monosílabos, refugiándose en cuevas, y en sus profundidades, uniéndose con otros, para expresarse, con tinturas naturales, haciendo dibujos del hombre-bisón en las paredes, en donde el potencial creativo se plasmaba en cada ápice de piedra esculpida o coloreada. El animal como una deidad.  El hombre desde la prehistoria, se hace protagonista de una realidad que trasciende su universo, y valida su existencia. Algunos deterministas pensarían que ese plano incognoscible pero intuible llegó con la escritura, pero no fue así. Es más, hemos creído por muchos años que el hombre dejó de merodear, dejó atrás sus años de cazadores y recolectores, y se asentó en lugares,  para domesticar animales y para cultivar su alimento. Les cuento que es completamente falaz este argumento. Hay vasta evidencia, que los seres humanos experimentaron con la agricultura primero, en lugares de experiencia religiosa o "templos". El hombre buscó controlar y manipular la naturaleza, para sacar provecho de la misma. El hombre hace una transición cognitiva para pensar, que podemos ser los dioses de la naturaleza. Lo divino concebido desde lo humano, como lo humano.  El hombre al describir a Dios, se describe a si mismo en términos divinos.  Hay un libro fascinante de Reza Aslan, el mismo autor de El Zelote, llamado "Dios, una historia humana" donde nos lleva de la mano desde la prehistoria hasta la consolidación de las principales religiones monoteístas, mostrándonos esa visión antropocéntrica del principio vital.

La incertidumbre ha sido una constante para todos los seres que habitamos este planeta, para esos primeros cazadores, deambular sin descanso hasta encontrar alimento. Para una especie de ave en Borneo, que construye durante toda su vida unas estructuras elaboradísimas con palitos y ramitas, en busca de cortejar a la tan añorada hembra. Los árboles frutales esperan, sin remedio batallando en la intemperie, al que el Fenómeno del Niño, se acabe y lleguen las primeras lluvias para revestir su follaje de colores, aromas y sabores. Un joven, hoy , espera si es merecedor de la beca para financiar sus estudios, y si no es tan aventajado,  tan sólo, espera si lo van a admitir al alma mater. La reina de belleza, que ayer salió en las noticias, se debate en saber cómo será su vida después de la amputación de su pie.   

La vida está llena de esas preguntas, que no creo sean incógnitas. Nos creemos dioses, como nuestros antecesores, y creemos de forma soberbia, tener la respuesta. Elaboramos escenarios en nuestras mentes, basándonos en ilusiones, o en supuestos improbables, y como guionistas de una película definimos qué debiera hacer parte de la trama y qué no. Cuando los posibles escenarios, son muy disimiles, y los posibles caminos perpendiculares, dejamos de ver la vida como un espiral, y nos sumergimos en el caos, por anticiparnos a cómo hemos de vivir ante tal variabilidad, o si seremos capaces de subir la pendiente del camino predeterminado. Se nos olvida, en nuestra pequeñez, que hay un narrador omnisciente: que lo sabe todo, que lo explica todo, que se puede identificar con el autor, que permite los saltos en el tiempo y en el espacio, y que aporta credibilidad. ¿Por qué pretendemos actuar como éste, sin ser omniscientes? Nos creemos dioses, creemos que Dios es como nosotros. 

Los místicos han buscando tener un atisbo de lo inenarrable, de lo intocable, de lo inimaginable, de lo atemporal, de lo inmaterial. Ellos buscaban sin cesar la transcendencia, partiendo de la aceptación de su precaria naturaleza, del camino. Ellos buscaban sin cesar la trascendencia, resignificando cada momento de la vida como esas condiciones perfectas, por mas dolorosas que fueran, para afinar su voluntad,  refinar su entrega, e interpretar majestuosamente su instrumento de amor.

Abandonemos, nuestra profesión de guionistas, de narradores omniscientes, de ignorantes. Busquemos el reino de Dios y todo se nos dará por añadidura. No nos inquietemos por el mañana, disipemos el helor del miedo y de la incertidumbre, con la llama de amor vivo que enciende y libera el recinto por ocupar. 








domingo, 7 de junio de 2020

Día 77: Opticus

A mi me encanta nadar.  Con frecuencia cuando me zambullo y llevo un rato concentrada en la respiración, y en las brazadas, izquierda, derecha, sintiendo como el agua se desliza sobre mi cuerpo,  de pronto, las gafas se empañan, se nubla todo, no veo nada, y ya se vuelve muy incómodo seguir adelante. Si no quiero parar, hago lo que me enseñaron en mis sendos cursos de buceo, y es que levante un poquito las gafas y deje entrar agua, así el agua misma, elimina la opacidad. Para los que los que son menos acuáticos, o viven en lugares calurosos, sabrán lo que sucede si uno tiene gafas cuando se baja de un carro con aire acondicionado. Queda uno ciego, en realidad. Y no queda mas remedio, que quitárselas, tomar un pañuelo y limpiarlas, ponérselas, y retomar la marcha.  

He descubierto en medio de esta cuarentena, que a veces se nos empañan las gafas con las que vemos la realidad que estamos viviendo,  a tientas nos movemos,  todo pierde su brillo y claridad, dejamos de disfrutar lo que hacemos, y nos llenamos de largas argumentaciones que sustentan nuestro desasosiego, dejamos de confiar. Se nos presenta la dicotomía, de si necesitamos con urgencia, una parada técnica al optómetra para que nos corrijan las miopía y el astigmatismo, o si más bien sacamos el pañuelo del bolsillo y limpiamos los espejuelos.  

En estos días empecé a desesperarme por no tener trabajo. Las gafas se empañaron. Me veía en medio de una sin salida, porque emplearme tiempo completo es una clara imposibilidad, para una persona que cada quince días se debe incapacitar, porque está en las drogas . ¿Qué podía a hacer? Sumémosle a la película, que además soy población vulnerable por lo cual el encierro es más prolongado, y para rematar, todo patas arriba, innumerables empresas colgando los guayos.  Con las gafas empañadas, me dediqué a ver una serie en Netflix, que se llama Resurrección, sobre la vida de Ertrugul, el precursor del Imperio Otomano.  En ella, hermosamente nos muestran las enseñanzas del Corán, y hacen permanentemente énfasis en el sentido de caminar por la senda definida por Dios, y repetían en inglés " every cloud has its silver lining" que en español sería "no hay mal que por bien no venga" ( la cual creo que es una mala traducción), también repetían, que la noche es más oscura justo antes de amanecer, y que no hay primavera sin invierno. 

Pero así como los días pasan, las cosas se decantan, los mensajes llegan, y definitivamente tomamos la decisión de sacar el pañuelito.  Nos damos cuenta, que el brillo estaba ahí pero que enfocábamos nuestra atención a la bruma temporal. También nos damos cuenta, que el universo late, y tiene su ritmo. ¿Acaso nosotros no?  Todo en la vida es una prueba, y un gran regalo. Mis lentes se habían empañado, porque había olvidado, mis prioridades. Estaba buscando una salida en el exterior, cuando la respuesta era la forma como veía la situación.  Tomar consciencia, es una varita mágica, moviliza cosas inesperadas. Y luego se mira atrás, y se da cuenta, que todo era un juego de perspectiva. Y si se pone en relación a otros, se da cuenta que es una nimiedad. Para la muestra un botón,  en medio del cuento, me entero que el papá de una amiga fue declarado desaparecido. Yo quedé patidifusa. Como diría otro amigo, el problema más grande es el de uno. ¿Y de qué tamaño era mi mal llamado problema, al lado de la angustia de mi amiga de no saber el paradero de su papá desaparecido?

Les comparto mi experiencia, con el ánimo de que escarmentemos en cabeza ajena. Tal vez cuando tengamos algún reto, paremos y pensemos, si por el cambio se empañaron las gafas, o si es mi observador que está un poco perezoso, y opta la salida más cómoda, de ser víctima. Tenemos a la mano, muchas herramientas, para hacer ese examen de consciencia, y en vez de pensar que nos vamos a ahogar en medio de la buceada porque se nos metió agua a la careta, utilicemos la receta aprendida. El silencio, es nuestro gran aliado. Allí tenemos el acervo de respuestas, hasta a las preguntas que aún no hemos formulado, o que nunca formularemos. 

Si pensamos diferente, el resultado será diferente. Alguien a quien aprecio me dijo hace un tiempo: " caer para levantarse no es caer".  Agradezcamos los cambios de estación, agradezcamos los ciclos, agradezcamos todo cuanto llegue en esta vida, agradezcamos que tenemos lentes, agradezcamos que se empañen, agradezcamos que aprendemos a limpiarlos, agradezcamos la nitidez y la luz, agradezcamos la noche y la oscuridad, agradezcamos el milagro de estar vivos, agradezcamos la posibilidad infinita de desempañarnos, y  de conquistar ese imperio indómito y sin fronteras, llamado nuestra paz interior.