sábado, 2 de mayo de 2020

Día 44: Un repaso

Todos hemos escuchado el nuevo término que ha acuñado esta pandemia: la "nueva normalidad".

¡Humanidad sin memoria!

Nos enseñaron en el colegio, que Heráclito decía que nadie se puede bañar en el mismo río dos veces, ya que la segunda vez que nos bañáramos, sus aguas serían diferentes. Para Heráclito, el cambio era lo único real, nadie ni nada se escapa de él, todo es y no es, lo que existe es nuestro devenir.

Para seguir desempolvando los recuerdos escolares, Parménides afirmó que el movimiento no existía porque no era racional. Su discípulo Zenón trató a toda costa de probar de forma racional, no libre de contradicciones, que el movimiento era una imposibilidad.

Señores en pleno siglo XXI seguimos en los debates existenciales de la antigüedad. No sé si ustedes creen que Heráclito se llevó en banda a Parménides, o si creen, por el contrario, que las pruebas de Zenón hicieron añicos a Heráclito.

¿Puede haber una nueva normalidad, cuando todo está en permanente cambio, si miramos bajo la lupa de Heráclito? ¿Cómo debo entender la palabra "normalidad", como inercia, como un devenir inconsciente?

San Isidoro de Sevilla (s.VI) de forma magistral nos invita a pensar en la diferencia entre andar y caminar. El santo define andar como desplazarse a pie, y define caminar como ese andar que dirige a un lugar. Quien anda no llega a ningún sitio, quien camina aún andando llega a ese anhelado paraje. Creo que en el peregrinaje de la vida olvidamos el lugar hacia donde se dirige nuestro andar, y por ende creemos, que la normalidad es un devenir sin sentido.

Estos últimos acontecimientos, nos hacen vernos que estamos en un laberinto sin salida. Creo que no podemos olvidar que una vez en el laberinto, dependiendo de su construcción, llegaremos al centro por uno o varios caminos. El punto está en dar el primer paso, tomar la decisión de ingresar en él,  y luego dejarse llevar por el camino, siempre recordando ese lugar.  Como soberbios que somos, aparentamos tener la verdad absoluta. ¡Cuánta falsedad! El punto de partida, las vías de acceso, y el centro, su punto final,  hacen parte del mismo laberinto. Conócete a ti mismo. Sino, ¿por qué  creen ustedes que esta inscripción adorna el Templo de Apolo, en Delfos?

No podemos pensar en una nueva o vieja normalidad. El movimiento no depende solo de nosotros los seres humanos, Tenemos que reconocer la geometria perfecta del tiempo, de los hechos, de la existencia de un Ser Supremo.

No perdamos el tiempo buscando la explicación racional a todos los hechos, ni nos volvamos víctimas del destino. Hagamos de este peregrinaje, un caminar no un andar. Las señales del camino están por fuera de nuestro control,  la consciencia de como decidamos dar el siguiente paso puede transformar el sentido completo de nuestro movimiento. No nos quedemos inmóviles. Disfrutemos las aguas en que nos zambullimos, y exprimamos de aprendizajes y conocimiento cada segundo que vivimos. ¡Anima-te!

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