viernes, 26 de septiembre de 2014

La ilusión a la escuela

Esta mañana rumbo a mi trabajo, los niños de un colegio rural caminaban hacia sus aulas. Uno pequeño llevaba un puente construido con palitos de paletas, otro no se sí llevaba el mismo puente cubierto en una bolsa, o llevaba un volcán de plastilina de esos que no podían falta en nuestra época..también caminaba la adolescente que se pintaba los labios mientras oía su canción favorita, la niña muy bien peinada  saltando al lado de su madre con su maletín de princesa...y por último veo un par de adolescentes agarrados de sus manos, orgullosos de ir así con un par de sonrisas indelebles y balanceando sus manos entrelazadas. 

Todos llevaban ese día la ilusión al colegio, la ilusión de que su puente fuera el mejor y la profesora lo felicitara, el otro supongo que ese volcán hiciera erupción con el consabido alka seltzer, la princesa esperaba que el príncipe la recogiera en su carruaje, la adolescente esperaba reencontrarse con el muchacho que le gustaba, y por último los adolescentes llevaban a cuesta la ilusión del amor eterno, la ilusión de un beso, la ilusión de un 10.

Todos al comenzar el día llevamos la ilusión al colegio, así como estos niños entraban a su alma mater con desparpajo. Todos llevamos la ilusión del cambio, de una meta cumplida, de un abrazo dado, de un amor dado...al pasar los años nos olvidamos de princesas y príncipes, nos concentramos en facturación e impuestos...pero no podemos olvidar esa sencilla euforia que de niños sentíamos de entrar al colegio para ver a los amigos (eso sí cuando no había examen....jajaj), esa felicidad de un nuevo día de ir a despertar a los padres diciéndoles que ya había amanecido que nos hicieran el desayuno y que nos dijeran cual era el plan del día....era un nuevo día para jugar y ser felices!!

Que la ilusión no se desvanezca en las responsabilidades, que esa pasión de vivir no se diluya en lo trivial, que esa voluntad para cambiar, para amar nos acompañe y que sí al terminar el día estamos exhaustos podamos dar gracias por eso que se intentó , por eso que sorprendió, por eso que nos hizo reír, por eso que nos hizo aprender, por eso que nos da la ilusión de llevar un día más la ilusión al colegio..

Que no dejemos de soñar!



Una nota desde el Istmo

Intento sin cesar volver reconocer en mi cuerpo esa comunión que hacia que mi mente remolcara mi cuerpo como uno de esos grandes trasatlánticos que cruzan el Canal de Panamá.  Ella lograba que mi cuerpo resonara en el otro océano.  La gravedad de mi compromiso con el camino de Santiago, y con mi propia vida ha llevado a recrear esa búsqueda.  Como ya no necesito los kilómetros como medida de mi progreso, he decidido que esa medida sea la plenitud de cada día resonando con cada tonada de las cosas más simples. La frase de una persona, sus lágrimas, su sonrisa, su devoción, su tristeza, su escaparate o hasta su ringtone sea algo que merezca el agradecimiento. 

En el camino. las cosas más simples iban cargadas de significado. En el afán de la vida, paso de una puerta de abordaje a otra y no me doy ni cuenta quién se sienta a mi lado, si siente dolor o no, si le da miedo el decolaje, o si necesita mi apoyo para el aterrizaje. Al contrario de entonces,  hoy voy encerrada en mi mundo y no me doy ni un segundo, para darme cuenta ni quien me habita , o quien he dejado de ser.

Sigue el tiempo pasando, las alemanas ya no aparecen como era de esperarse, aún la canadiense me da vuelta, y yo me siento otra a esa que me fui y a esa que llego del camino. Siento que todo lo vivido en España y todo lo vivido desde que llegue, con grandes encuentros y decisiones, me recuerden que cada paso en la vida, ya sea que la meta, sea el balance de la quietud y la acción, kilómetros o el navegar los océanos, debe llevar toda mi atención. 

El Istmo me recuerda que aunque se cambien los océanos, los sueños se hagan realidad y otros se desvanezcan en nuestra ilusión, siempre debemos mantener nuestra bandera hondendo, y con humildad y mucha paciencia , reconocer que siempre hay algo en ese deambular que como el remolque del canal, nos ayuda y nos da fuerza para reconocer que lo que somos y que sí podemos seguir siendo. 

Un abrazo