Señores y señoras les
informo que, a partir de la fecha, el país con la democracia más consolidada de
América del Sur ha hecho la transición a un gobierno de izquierda. Igualmente,
para la prensa amarillista, que le encantan estas noticias les doy la primicia
que, hace un par de semanas, mi socio se suicida víctima de una
extorsión. Una extorsión cuyo modus operandi se basaba en la empatía.
Y sí, las cosas cambian.
De la noche a la mañana. Un día nacemos otro día morimos. Un día el sueño
colectivo se esfuma para convertirse en la historia sin fin. Un día nos
sentimos capaces de comernos el mundo, y al otro nos vemos sentados,
petrificados, por las noticias que parecen de otras vidas, viendo un camión de
la fiscalía salir con el cuerpo de tu amigo hecho trizas.
Esto me recuerda a las
canchas de arena en las que jugaba futbol, con Jose Fernando mi primo, y el
combo del barrio donde estaba la casa de mis abuelos. Cuando corríamos de
un lado al otro, y la polvareda se levantaba y de pronto éramos incapaces de
ver hacia adelante, por esa nube de tierra que se nos metía en los ojos y, no
nos dejaba respirar.
¿Y ahora quién podrá ayudarnos?
¿Qué debo hacer? ¿Cómo me debo parar después de lo sucedido? ¿Hacia dónde debo
correr para meter el gol? ¿Cuál es la meta, si es meter un gol?
Por qué carajo esperamos
batacazos que nos mueven el piso para hacernos estas preguntas y para darle el
valor a las cosas antes de que pasen. Digan si no valoran ahora, por más
discrepancias que tengan, al combo de presidentes que lidero este país en los
últimos 20 años. No soy de política, pero valoro la libre expresión, y valoro
la honestidad y la transparencia. Detesto la manipulación basándose en falaz
empatía. Hay dolor de patria, como hay dolor en mi corazón porque un
amigo no se vulneró ante sus amigos y familiares, no soporto más el agobio, y
decidió terminar el calvario de su vida. ¿Tenían solución sus problemas? ¿Eran
verdaderamente inmanejables o era su percepción?
Como dice otro amigo
mío: "el mayor de los problemas es el propio". Es una verdad a
rajatabla. Y si es así, entonces. por qué creemos que tu situación no es la mía
o viceversa. ¿Por qué insistimos en creer que hay un tú que no soy yo? Si no
que lo digan todas las personas que asistimos a la misa de mi socio. Él se
sentía desesperado con seguridad, se sentía solo y sin salida. ¿Es que
acaso su suicidio no me afectó? La presidencia de Petro nos afecta a
todos. U optamos por ser la víctima y creer que una persona puede cambiarlo
todo, o desmoronamos ese sesgo, y asumimos la responsabilidad que nos
corresponde para trabajar, para seguir adelante, para transformarnos, para
cambiar la realidad que nos refleja. Si yo cambio tu cambias.
En nuestro
emprendimiento, de ser los tres mosqueteros pasamos a ser Batman y Robin. Y muy
a pesar de lo anterior, quedamos convencidos que nos tenemos que levantar cada
mañana a trabajar por generar consciencia de la salud física pero sobre todo,
de la salud mental de las personas. Muy a pesar de Petro, y muy a pesar
de la dolorosa muerte de nuestro socio y amigo, aceptamos el dolor como una invitación
permanente e imborrable a que tenemos que dejarlo todo en la cancha. Que así
nos duelan los ojos en la polvareda, y así tosamos como locos, tenemos que
esforzarnos, por ayudar a las personas que tenemos a nuestro alrededor
alivianar el peso de su carga. Diríamos que la muerte de nuestro
amigo se convierte en un permanente recorderis que tenemos que trabajar sin
descanso por el otro, en vez de sentarnos en disquisiciones sin sentido, a pensar
como la adversidad nos venció, tenemos que chutar el balón, sin miedo, a pesar
de la defensa, de los empujones y de las zancadillas. A pesar de la polvareda.
Petro venció en la
contienda electoral, pero todos como sociedad podemos vencer la indiferencia y
la victimización. El verdadero desarrollo no está afuera está dentro de
cada uno de nosotros. La paz y la felicidad no nos la dará el régimen político
o la estabilidad económica.
¡Un acto de amor hace la
diferencia!
¡No pierdas la
esperanza!
¡Goooooool!