lunes, 1 de febrero de 2021

El pastorcito mentiroso

¡Cójanlo! ¡Cójanlo! Gritaban los feligreses en pleno ayuno. El amado pastor los hizo creer que Jesucristo iba a volver, que para verlo tenían que ayunar y entregar todos sus bienes. Luego de lograr el acervo de forma meticulosa y dar entrevistas a los medios de televisión colombianos, el pastorcillo mentiroso tramó y asestó  su huida al paraíso terrenal, con yate y amiguito incluido. La Casa de Papel es mero pasquín al lado de la magistral escapada.  La Interpol se lo pillará con toda seguridad rastreando sus viandas en el yate:  suero y butifarra importados de Quilla..."¡Aja, tú sabes!"

La verdad me impresiona que hace menos de un mes decíamos que el 2021 todo iba a ser diferente, mientras nadando en la indiferencia, llenábamos centros comerciales y celebrábamos todos unidos. Veinte días después, las UCI en muchas partes del país sin capacidad.  Y de pronto, tantas tantas personas conocidas, amadas, amigos de los papás y papás de los amigos, navegando a contra corriente. En algún momento de este mes alcancé a contar al menos 20 personas conocidas infectadas. 

No sé si les está pasando a ustedes. No sé si ustedes oren. Pero cuando, en silencio, le empiezo a pedir a Dios por las personas que conozco que están sufriendo de algún modo u otro, ya la lista está tan larga, que con frecuencia se me pega la dendrita, y me toca verme abocada a hacer una generalización que agrupe a un combo de personas, para no excluir a nadie.  Ya tengo más categorías que antes. Y no sé si se han dado cuenta, pero una categoría nos lleva a pensar en otras. En fin, descubrí lo ensimismada que he vivido, lo indolente y lo poco compasiva que he sido. He vivido sin ser consciente de la magnitud del drama del otro, me he pensando victima al estilo del valle de lágrimas... pura paja...son muchos muchos más lo que tienen cargas más pesadas que yo. Solo es necesario abrir los ojos y los oídos.   

El sufrimiento de tantos relativiza el nuestro, las angustias de tantos vuelven insignificantes las nuestras. Mientras,  nos lo recuerda un pasaje budista ¿Por qué sufrir si podemos cambiar las cosas, y por qué sufrir si no podemos cambiarlas? Mientras estemos vivos tenemos la oportunidad de ponerle al mal tiempo buena cara, de ser feliz a pesar del sufrimiento, de experimentar la magia del perdón y la aceptación.  

Les pregunto: ¿Qué quisieran ustedes que se dijera en la ceremonia para celebrar su partida de este mundo? ¿Qué están haciendo para lograr eso por lo que aspiran ser recordados? Yo, por ejemplo, quisiera entre otras cosas, ser recordada como alguien que siempre intentó ayudar a los demás, y tú: ¿a dónde pones tus apuestas? Espero que no seas recordado por ser el pastorcillo mentiroso. Yo apuesto por ti, porque si tu haces moñona, todos la haremos, ¡todos celebraremos!

"Lo escogí a usted porque me di cuenta que valía la pena, valía los riesgos, valía la vida" 
Pablo Neruda

"Si tuviera que volver a comenzar mi vida
intentaría encontrarte mucho antes" 
El Principito